sábado, 28 de abril de 2007

EL IMPERIO

El paso de la Sentencia enfila la calle Las Cruces en la noche del Lunes Santo. Pilato, sentado en el trono que corona la loba capitolina, da instrucciones al centurión y se lava las manos en la palangana que le ofrece el esclavo negro. Cláudia Prócula, su esposa, le implora "no te metas con ese justo, pues he padecido mucho hoy en sueños por causa de él" (Mateo 27, 19).

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